2020

ADIÓS 2020

Querido 2020,

Es evidente que no viniste a hacer amigos, no viniste a brillar. Viniste a hacer el trabajo sucio. En el fútbol serías el mediocentro defensivo, el que no es reconocido, el que con su trabajo y esfuerzo ayuda a que, al final, el equipo pueda ganar. Seguro que sabes que casi nadie habla bien de ti, mucha gente está sufriendo debido a tu dureza, has traído muerte, y aunque sabemos que es inevitable, vivirla de esa manera tan cruda, genera una profunda herida en el corazón. Todos quieren que te vayas, que dejes de ser 0 para convertirte en 1. Queremos borrarte de la mente, queremos volver a lo de antes, retroceder y regresar a lo que para nuestra mente limitada representa la normalidad. Imagino cómo nos estás mirando, quieres recordarnos que has sido importante y necesario. Has venido a mostrarnos lo que hasta ahora nos negábamos a ver. Tu labor ha sido la de guiarnos y la de enseñarnos todo lo que, en nuestro interior, debía de morir.

Has sido un padre severo, serio, limitante, destructor y castrador, has traído devastación, pero tu destrucción tenía como objetivo que pudiéramos levantar una estructura interna mucho más solida, coherente, y con dirección.

Ahora que ya puedo verte con distancia y perspectiva, reconozco tu misión y tu maestría. Quizá, si no lleváramos tantos años creyendo en la separación, tantos años desconectados de nuestro poder personal, tantos años sometidos al miedo y a lo externo, quizá, hubiésemos podido construir otra realidad.

Yo te doy gracias por tu tirón de orejas, porque para mí, has sido un enorme Maestro. Con tu seriedad y limitación, me has forzado a afrontar el vacío que todavía existía en mi interior. Me has puesto delante un patrón que me iba a matar si yo no conseguía dejarlo morir. Me has ayudado a lidiar con mi fragilidad y a crear una estructura interna que jamás pensé que podría levantar. Por tu dureza, yo he aprendido compasión y solidaridad con el dolor de los demás. He aprendido a amar mi oscuridad y a confiar en mí. Me has enseñado a transformar mi miedo en poder personal. Me has recordado que no tengo el control, que no puedo vivir sin estar en paz con el hecho de que voy a morir. Me has hablado de responsabilidad, de humildad y de aceptación. Me has mostrado lo que tiene importancia y lo que no. Me has obligado a derrumbar creencias y a aprender a vivir “solo por hoy”. Has venido a decirme que la cima de la montaña no se alcanza creyendo en el miedo, que soy yo la responsable de atender mis necesidades y de crear mi destino, que pensar no es el camino y que la fe y la confianza no son ciegas, no. Son las únicas que me proporcionan visión.

Cuando llegaste, tú ya conocías el porqué de tu misión. Sabías que el Año que está por relevarte es una revolución. Sabías que a partir de 2021 iban a producirse grandes cambios y se nos iba a proponer una nueva forma de vivir. Tu obligación, por tanto, era la de mostrarnos todo lo que no nos podíamos llevar al siguiente Año. Para renacer, hay que morir.

Gracias por la oportunidad que me has brindado, y por todo lo que me has enseñado. Gracias porque tu oscuridad y tu constante limitación y desafío, me ha hecho un poco más consciente y un poco más humana. Adiós 2020.

Deseo profundamente que los corazones donde ahora solo hay sufrimiento, puedan, poco a poco, llenarse de paz, de luz, y de sosiego.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Kyle Johnson

Photo by Kyle Johnson

INCERTIDUMBRE

Si existe una palabra capaz de definir el momento actual esa es incertidumbre. La sensación de no saber, de no tener control, de no pisar suelo firme, la constante inestabilidad, la preocupación colectiva y el desconcierto externos, hacen necesario un cambio radical en nuestra manera de vivir. El ego reacciona asustado cuando ahí fuera no encuentra ninguna certeza. En algunas ocasiones, el miedo le conduce a la ira o a la frustración, en otras, a replegarse atemorizado como si de un cangrejo se tratase. La incertidumbre hace que nos sintamos asustados, inseguros, indefensos y frustrados. De lo que necesitamos darnos cuenta es de que el hecho de que palpemos la incertidumbre con las manos no significa que no podamos encontrar certezas. Simplemente es que las estamos buscando en el lugar equivocado.

Margaret Drabble decía que cuando nada es seguro, todo es posible. Si lo de fuera no sirve, si no está siendo capaz de proporcionarnos la seguridad y certezas que necesitamos para vivir esta experiencia, a lo mejor, ha llegado el momento de dirigir nuestra atención a otro lugar, a otra parte de nuestro ser, capaz de transformar incertidumbre en seguridad, y miedo en amor y plenitud.

El suelo firme existe, claro que existe. La certeza también. Ambos están en nuestro interior y crecen cuando invertimos la atención y comenzamos a dirigirla hacia dentro. Cuando aprendemos a habitarnos y a reconocer que todos los recursos y potencialidades están y siempre han estado en nosotros. Cuando cultivamos la fe en quienes somos y en nuestro poder para crear, cuando reconocemos nuestra Divinidad y comenzamos a ver lo de fuera, solo y únicamente, como un espejo que nos muestra lo que necesitamos cambiar.

Estamos cansados, yo diría que exhaustos, es normal. El desafío y la limitación es casi constante, pero tengo la certeza de que somos capaces de ver luz entre tanta oscuridad. 2020 representa el derrumbamiento de un sistema obsoleto y caduco, la caída de estructuras y patrones internos que ya no podemos sostener por más tiempo. 2020 nos está obligando a cambiar, a encontrar seguridad en lo desconocido, a otorgarle valor a lo que hasta ahora dábamos por hecho, a reinventarnos y a aprender a habitarnos. 2020 nos está diciendo que, pese a la incertidumbre externa, podemos sentir seguridad y certeza. 2020 está siendo un maestro exigente que quiere que hagamos nuestros deberes. Es un maestro que, aunque ahora no podamos verlo, nos quiere. 2020 está removiendo la Tierra, estableciendo nuevos pilares y construyendo nuevas bases para el comienzo de una Nueva Era.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Aziz Acharki

Photo by Aziz Acharki



PUNTO Y FINAL

Estamos a las puertas de un nuevo año, y eso nos coloca ante un momento idóneo para mirar atrás y evaluar todo lo que ha acontecido en los pasados doce meses. Por estas fechas es lo que solemos hacer, revisamos y miramos atrás. Pero este año es especial, este año, quizá, deberíamos irnos más lejos, mucho más lejos y revisar qué es lo que, hasta ahora, hemos construido y logrado en nuestras vidas. Deberíamos hacerlo con honestidad y con cariño. Deberíamos analizar qué es lo que, de verdad, da sentido a nuestra vida y atrevernos a descartar todo lo demás.

Nos encontramos ante un momento de profundos cambios, de caída y derrumbamiento de viejas y obsoletas estructuras para iniciar un nuevo camino en el que podamos levantar y construir otras nuevas, mucho más alineadas y adaptadas a nuestras necesidades más internas. Todo ocurre como una potencialidad, y todo contiene una oportunidad para nuestra evolución, pero a la postre, es de nosotros de quien realmente depende el que esa potencialidad y esa oportunidad se manifiesten en su polaridad más elevada. Somos nosotros los que debemos responsabilizarnos de nuestras necesidades. Somos nosotros, y solo nosotros quienes podemos elegir entre el amor y el miedo, entre la confianza o la falta de fe. Somos nosotros los que podemos decidir acabar con todo lo que nos está impidiendo avanzar.

Desde hace días, vengo haciendo esa revisión de la que ahora te hablo, mirando dentro de mí, recordando lo que he logrado, y analizando todo aquello sobre lo que necesito responsabilizarme, sintiendo todo lo que debo dejar ir, lo que no quiero repetir nunca más, y lo que quiero y necesito comenzar, lo que, de verdad, da sentido y dirección a mi vida. En ese análisis, me he dado cuenta de muchas cosas, pero quizá, la más importante es la de que todo depende de mí y del tipo de relación que consigo establecer conmigo misma. Justo ayer, me preguntaron si podía dar algunas recomendaciones para el próximo año, y creo que la mejor forma de hacerlo es compartiendo contigo lo que yo, a mí misma, me recomiendo después de estos días de introspección y observación:

Cuida de ti, responsabilízate de lo que necesitas y trabaja por ello, escucha a tu corazón siempre y por encima de todo. Ponte metas que, de verdad, den sentido a tu existencia. No te creas lo que piensas, date tiempo, practica la compasión hacia ti y hacia todos. Confía, y cuando tu vida esté pintada de negro, confía más. Ten presente que todo es causal: si trabajas y has trabajado años atrás, tarde o temprano, obtendrás resultados, posiblemente, mucho mejores de los que alcances a imaginar. Perdónate y perdona, libera el pasado, entra en el nuevo año limpio de rencor, de rabia y de culpa. Relaciónate con tu miedo de forma distinta. Nunca olvides que el amor es la única fuerza capaz de transformarlo todo. Pon punto y final a lo que no te hace bien y que te impide realizarte plenamente. Di no, pon límites y vive siempre de todo corazón. Permítete ser vulnerable, no imaginas el poder que la vulnerabilidad esconde. Construye un hogar dentro de ti donde te sientas en paz, seguro y a salvo. Asume que eres el protagonista de tu historia y que el Universo quiere lo mejor para ti. Conecta lo que haces con lo que eres, lo que manifiestas con lo que sientes, sé consecuente. Mantén tus brazos abiertos y prepárate para todo lo que está por venir.

Feliz 2020.

Almudena Migueláñez.

Photo by Ryan Wong

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